No caer en la apatía

El PP parece haber cogido cierta ventaja en la carrera hacia las elecciones del próximo 9 de marzo. Ya no solo en las diferentes encuestas (La Vanguardia o Publiscopio), que coinciden en un recorte en la distancia PSOE-PP, sino en los diferentes acontecimientos , caso Pizarro o Gallardón, que llenan la parrilla informativa de este país.

No parece ser que la derecha este dispuesta a quedarse en casa el 9-M. Durante toda la legislatura, el PP ha conseguido concienciar al electorado más duro, y ahora, es el turno de dirigirse al indeciso. El “efecto recencia” en política es muy útil, y si el contrincante mantiene un tono demasiado moderado, pues miel sobre hojuelas.

El actual Gobierno está en condiciones de presentarse a la contienda electoral con un currículum envidiable: medidas sociales como la Ley de Dependencia, cheque bebé, salud buco dental gratis en niños de 7 a 15 años o la ayuda al alquiler, así como el matrimonio entre homosexuales. También la subida del SMI hasta los 600 euros, la reforma del Estatuto del Trabajador Autónomo y, sin duda, las reformas estatuarias de las CCAA. Han sido las medidas más destacadas de una legislatura en la que, mientras unos gobernaban para todos, otros entraban en debates de corto trayecto.

Pero como ya se indicaba al principio, la izquierda esta de capa caída. No vale la discreción en política, así como tampoco las campañas gubernamentales, las cuales siempre generan cierto desagrado. Desde un primer momento hay que hacer llegar los logros conforme estos se alcanzan, y no caer en debates ornamentados conscientemente que sólo llevan a la confusión (11-M, ETA, etc.). El Gobierno ha cumplido y los hechos lo demuestran, e incluso ha tenido que capear con asuntos que nunca, a lo largo de la Democracia, se han usado como arma arrojadiza a los gobernantes, como es la lucha contra el terrorismo.

Ha sido, en definitiva, una legislatura con una oposición de perfil bajo que no ha dudado en emplear el juego sucio, denotando una falta de sentido de responsabilidad y, peor aún, de sentido de Estado, desmesurada. Como dijo ayer Felipe González, “votar a Rajoy es votar a Aznar, Acebes, Zaplana,…). Aunque, caer en la apatía, también sería una forma de votarles.

R.P.